sábado, 1 de abril de 2023

PATRÓN DE CONDUCTA TIPO A

 

Hace unas semanas pasó por mi consulta Gabriel (nombre ficticio), de 40 años, aquejado de fuertes dolores de cabeza, tensión arterial alta y problemas para conciliar el sueño. Viene derivado por el médico de su centro de salud, el cual, tras múltiples pruebas diagnósticas, ha descartado cualquier dolencia física que pueda generar dicha sintomatología.

 

Ya en consulta, mi paciente me explica que trabaja como Jefe de ventas en una multinacional y que casi siempre se ve sometido a mucha presión por parte de sus superiores. Además, reconoce, que desde siempre ha sido una persona muy enérgica, impaciente, luchadora, con mucho miedo a fracasar y que ha dado al trabajo un papel central en su vida, dejando de lado algunas aficiones a lo largo de los últimos años.

 

Dice que se presiona mucho a sí mismo y a los demás en la consecución de los objetivos. Se queja de que nunca tiene tiempo suficiente para nada y esto le pone muy nervioso. Apunta que, habitualmente, se muestra ante los demás, demasiado directo y autoritario, e incluso, algo agresivo tanto en su casa, como en el trabajo. Ésta actitud, dice, le está ocasionando más de un problema.

 

¿Qué objetivos nos marcamos con Gabriel?

 

1.     Se trabaja para que el paciente establezca un nuevo patrón de actitudes ante la vida, que le permitan vivir de una manera menos tensa.

2.     Reducir la ansiedad y el estrés crónicos.

3.     Se potencia el desarrollo de actividades sociales y recreativas como una parte esencial de su vida.

 

¿Cómo se hizo?

 

1.     Se identifican y modifican los pensamientos (automáticos y sesgados) que sostienen el comportamiento exigente y acuciante del paciente.

2.     Se trabaja y refuerza para que se centre únicamente en una actividad a la vez.

3.     Reducir el número de horas en el trabajo (horas extras) y compromiso de “apagado de móvil” en unas horas determinadas al día.

4.     Práctica de una técnica de relajación que debía de realizar todos los días.

5.     Realización de una actividad lúdica tres días a la semana.

6.     Se potencia sus habilidades de escucha y empatía para con los demás.

7.     Se le anima a que piense menos en sí mismo y más en los demás. Se le refuerza su decisión de colaborar en una ONG de su municipio una vez por semana.

 

Gabriel, tras un par de meses después de finalizada la terapia, me comentó que se encontraba muy bien de salud: la tensión arterial había vuelto a niveles normales, no tenía dolores de cabeza y dormía muy bien por las noches. Anímicamente se encontraba mejor que nunca, siendo más consciente de las cosas buenas que le rodeaban y tomándose los problemas o dificultades de la vida de una manera más sosegada.

 

“La sabiduría es una tranquilidad del alma que por nada puede ser turbada y que ningún deseo inflama”

-Nicolas Boileau- 


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Psicólogo en Therapyside